Haciendo alusión a una frase del rapero venezolano Lil Supa; ser completamente de ideología de centro es un defecto y una virtud. Uno no se casa con una idea de izquierda o derecha; e incluso, uno no defiende el socialismo y el fascismo. Sin embargo, al no poseer una ideología definida de ambos lados, es común que ambos bandos generen un rechazo al no estar uno de acuerdo con sus postulados.
En estos tiempos electorales, es demasiado marcado ese rechazo al ser de Centro. Quienes simpatizan con la izquierda están de lado de Andrés Manuel López Obrador; quienes son de derecha está dividido el voto entre Ricardo Anaya y José Antonio Meade. Si alguien defiende o está en contra de tal candidato es considerado «traidor» por sus oponentes. Descalificaciones mutuas entre ser de la «Mafia del Poder» o por ser «Chairo» son comunes ver en estos momentos de elecciones presidenciales. En México, ser central puede considerarse hasta un tabú.
La fortuna y el defecto de esta corriente ideológica es que uno no defiende a ambos bandos: los critica, los cuestiona, indaga, investiga, compara y ejerce un voto libre de sesgos ideológicos; de forma consciente de lo que uno espera como país. Sin embargo; cuando no son tiempos electorales sigue siendo una lucha ideológica con ambos bandos en otros aspectos que no son meramente fijos de algún candidato presidencial.
La ideología de centro generalmente es el equilibrio de las libertades sociales y las libertades económicas. No adopta una postura radical de ambos lados. Está consciente que el capitalismo ha sido el modelo económico que ha beneficiado a más personas que cualquier modelo anterior —feudalismo, esclavista, socialismo—, que a pesar de ello, sigue habiendo enormes desigualdades sociales. Donde el empresario y el trabajador no estén confrontados siendo ambos quienes generan riqueza de acuerdo a su ámbito. La igualdad absoluta no existe, siempre existirán jerarquías llenos de cúmulos de poder y riqueza, pero buscar mejorar la calidad de vida del resto de la población.
Las libertades sexuales, la despenaliazción de las drogas, el aborto y la eutanasia; así como la libre manifestación y respeto de ideas, la defensa del ambiente y los seres vivos son también aspectos que el centralismo ya tiene visualizados. No obstante, está en contra de la radicalización social. Feminismos radicales —que algunos llegan a la Misandria—, nacionalismos fascistas con base en una cultura nacional, una religión o una raza, el comunismo y socialismo propuestos y aplicados durante el siglo XIX y XX, los regímenes autoritarios basados en populismos —sin importar posición—, y las agresiones de cualquier tipo son aspectos a los que debe estar en la corriente ideológica mida.
Hay otros aspectos en que el centralismo debe tener posturas claras: Migración libre pero regulada bajo principios de derechos humanos; un capitalismo más humano, equitativo e incluyente; libertades religiosas, pluralismo cultural y social; la garantía de servicios básicos —Educación, salud, transporte y seguridad— y libertades económicas —libre mercado, competencia, mejores condiciones a la producción nacional.

El tabú de ser centralista es simple; no lo admite cualquiera, no es visible para cualquiera y no está exenta de radicalizarse tanto a la izquierda como a la derecha. No se admite y no es visible por simpatía social; en especial de la izquierda, quienes llegan a considerar a uno de derecha por defender el capitalismo. Y en la derecha, lo consideran de izquierda al defender las libertades sexuales y la despenalización de las drogas. No está excenta de radicalizarse por las situaciones sociales y personales a las que uno se enfrentará durante la vida. Cada día surgen nuevas polémicas, nuevas corrientes ideológica y vivencias personales que marcan a uno.
Es imposible estar en una postura todo el tiempo, los seres humanos tendemos a cambiar con el tiempo. Dudar todo el tiempo nos hace más humanos. La locura no es de quien duda de todo, es quien ya no duda ni de sus manías. Esta elección marca agenda porque casi todos los candidatos presidenciales ya no dudan de sí mismos en muchos aspectos; sin embargo, da certera para otros de su percepción del mundo.
Alguien que no duda comete más errores de quien duda. El mundo tiende a convertir buenas personas en malas en cuestión de segundos, un lujo que como sociedad no debemos permitir. El defender con uñas y dientes una postura ideológica ocasiona más problemas; han muerto personas —tanto en el socialismo como en el capitalismo— por defender completa y ciegamente ambas ideas. Ser crítico con todo ayuda a un mundo mejor plagado de injusticias, pero que nos obliga a accionar ante las amenazas. Y quienes ya tienen su postura completamente definida, solamente cuestionen absolutamente todo.