A menos que el lector se encuentre en un retiro espiritual o una «dieta de medios», es probable que sepa que en estos días los Estados Unidos hicieron oficial el traslado de su embajada en Israel, la cual pasó de estar ubicada en Tel Aviv a su nueva locación en Jerusalén. Este gesto ha sido recibido de manera crítica por la mayor parte de las organizaciones y estados del mundo, pues consideran que es una acción que no ayuda en nada a las ya de por sí tensas relaciones entre los israelitas y sus vecinos.
Obviamente, las autoridaes de Israel se encuentran jubilosas, pues se trata del reconocimiento de la capitalidad de Jerusalén por parte del estado más poderoso de la tierra, en un territorio que es considerado como ocupado por las naciones, hecho que ha dinamitado las posibilidades de un acuerdo a corto y mediano plazo. Sin embargo, el propio movimiento diplomático ha levantado algunas muestras de júbilo por parte de los sectores más conservadores del país, entre ellos se encuentra el gesto de un club llamado Beitar FC de Jerusalén.

El Beitar Jerusalén decidió añadir la palabra «Trump» a su nombre oficial, en agradecimiento al Presidente de los Estados Unidos que hizo posible el traslado de la embajada norteamericana a la ciudad, en un gesto que podría verse como una simple anécdota de agradecimiento, se esconde parte del pasado de la institución deportiva, la cual ha sido conocida a lo largo del mundo futbolístico por sus raíces conservadoras y su propia afición, responsable de algunas actitudes polémicas.
El equipo fue fundado en 1936 por David Horn y Shmuel Kirschstein, el primero de ellos era líder de la sección local del Beitar, Motivo por el cual, el conjunto deportivo pasó a tomar el nombre de la organización.
Beitar es una organización política juvenil que forma parte del llamado revisionismo sionista, el cual presenta una versión más «pura» del movimiento reivindicativo judío. El cual considera que sus miembros deben tener la idea del Tierra de Israel como un objetivo esencial para su acción diaria, sin embargo permite que el individuo tenga un nivel de libertad de acción importante, siempre y cuando se encuentre suspeditada a las ideas religiosas y militares. Además, el Beitar tomó algunas ideas del fascismo italiano en su forma de operar, estos hechos le llevaron a que fuera considerada como terrorista por las autoridades coloniales.
Tras la independencia, el Beitar pasó a formar parte de la vida política israelí. Actualmente cuenta con una alianza con el Likud, partido que gobierna en Israel de la mano de Benjamín Netanyahu.
Al ser un movimiento político que reivindica el sionismo, la organización y por consiguiente el equipo de fútbol fueron parte de las «víctimas» del Mandato Británico en Palestina, lo que motivó que varios de sus jugadores y líderes fueran arrestados para ser enviados en el exilio a África, en concreto a Eritrea, en donde se fundó otro club denominado Beitar Eritrea, mientras que la matriz jerosolimitana pasó a llamarse Nordia, para evitar cualquier relación política.

Tras la creación del Estado de Israel en 1948, los fundadores y futbolistas del Beitar volvieron a casa. El equipo logró su primer ascenso a la Primera División en la temporada 1967-68, para conseguir su primer título en 1987.
El Beitar ha conseguido seis ligas, siete copas y dos Copas Toto (un torneo equivalente a la Copa de la Liga), además de ser un habitual en las rondas clasificatorias de los torneos europeos, sin embargo, no ha logrado llegar a la fase de grupos de la Europa League o la Champions.
Política y fútbol
Como se mencionó anteriormente, el Beitar de Jerusalén es un cuadro que tiene una relación estrecha con uno de los movimientos políticos más importantes de Israel, por lo que las manifestaciones en favor de ciertas ideologías suelen ser patentes en la gran mayoría de los juegos.
El mayor rival político y deportivo del Beitar son los clubes Hapoel, especialmente con el de Tel Aviv, pues se trata de un club ligado a las organizaciones sindicales y los partidos políticos de corte socialista, los cuales se han convertido en una antitesis de lo que defiende el movimiento político del cuadro jerosolimitano.

Sin embargo, en tiempos recientes se ha creado otra rivalidad con el Bnei Sakhnin, otro club de la rama de los Hapoel, pero que además el equipo representativo de los israelíes de origen árabe, algo que se contrapone totalmente con las ideas del Beitar que tratan de reivindicar al israelita como un ser racialmente puro y ligado a la religión judía.
La pureza racial es un tema que se toma demasiado en serio por parte de la afición del Beitar, algo que se hizo más patente cuando en 2013 la directiva logró el fichaje de dos jugadores de origen checheno, Zaur Sadayev y Dzhabrail Kadiyev, los cuales eran musulmanes. Este hecho fue visto como una ofensa por parte del grupo más radical de aficionados, denominado «La Familia», quienes se dedicaron a abuchear, dar la espalda y abandonar el estadio cuando alguno de los refuerzos anotaba un gol, todo ello con el argumento de defender la pureza del club al grito de «Beitar siempre puro». Para más inri, los dos jugadores debieron contratar guardaespaldas cuando debían moverse por la ciudad pues se encontraban bajo amenaza de muerte, evidentemente la aventura duró poco, pues Sadayev solo disputó siete juegos y Kadiyev, uno.
Pero no solo los jugadores fueron víctimas del acoso por parte de «La Familia», la directiva también debió enfrentar, en concreto, el enotnces propietario, Eli Tabib, fue objeto de amenazas de muerte, además de que las oficinas del club fueron incendiadas por tres aficionados. De hecho, en marzo de 2015, Tabib fue tiroteado afuera de su casa, tras salir del hospital aseguró que se había tratado de temas relacionados al deporte. En 2016 se realizó una operación policial que se saldó con la detención de 56 aficionados, acusados de fomentar hechos violentos y criminales. Mientras tanto, Tabib continúa al frente del club y ha completado el fichaje de algunos jugadores musulmanes, lo que se suma a sus origenes previos, pues anteriormente estuvo al mando del Maccabi Tel Aviv.

Otro de los sucesos por lo que fue conocida la afición del club se dio en 2004, cuando su rival árabe ganó la Copa de Israel, como respuesta, el grupo de apoyo compró un espacio en el periódico más popular del país para publicar un obituario asegurando que el fútbol israelí había muerto.
Una afición que también es conocida por no apoyar a la Selección de Israel, pues según sus miembros no pueden animar a un cuadro que tiene jugadores árabes, ya que consideran que son enemigos que quieren acabar con los israelitas. Aunque la afición solamente se define como antiárabe, son habituales sus cánticos en contra de todo lo que represente a los musulmanes.
Lo más curioso de todo es «La Familia» cuenta con cierta tolerancia por parte de las autoridades de Israel, de hecho algunos de los miembros del gobierno, como Netanyahu, son hinchas del Beitar, incluso, Avigdor Lieberman, quien fue ministro de Exteriores en los periodos 2009-2012 y 2013-2015, y que ocupa la cartera de Defensa desde 2015, aseguró que «El Beitar es el equipo del pueblo que representa la protesta contra el establishment».
Como se puede ver, el gesto de renombrar al club con el apellido Trump es solamente uno más de los muchos sucesos que han marcado a un club como el Beitar, el cual se ha convertido en un estandarte para las causas más derechistas del nacionalismo israelí.