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Por: El Barbaján
¿Quién está diciendo la verdad?
Es pertinente hacer esta pregunta por varias razones y la primera y más importante es el cómo definimos el término “verdad”. Y hagamos una introspección pequeña a momentos menos complejos de la comunicación y los medios en nuestro amado México.
Y entonces les haré una solicitud muy específica; denme un momento en la caótica historia de este país en que los medios fueran verdaderamente independientes. Creo que desde el hijo del Ahuizote y las planas de los hermanos Flores Magón no existe tal cosa. Y esos periódicos no sobrevivieron.

Ahora hagamos inflexión en otro punto más concreto. La dependencia de los medios hacia el poder y su cúpula. Si uno revisa con mucho escrutinio verá que la SEGOB desde el inicio de su existencia como institución ha manejado (y alterado) a todos los medios de comunicación en varios niveles. Es cierto que esta regulación del estado es necesaria para la estabilidad política y social del país pero… hasta donde llegan las garras de esta poderosa secretaria de estado? Estas han ido desde el inicio de la vigencia de la ley de imprenta del 12 de abril de 1917 a la enorme dependencia económica que tienen los medios con el gobierno.
Y es ahí donde comienzan los problemas, en particular porque se supone que el rol del gobierno ha variado de un momento a otro. En un punto fue un estado regulado por la voluntad de un caudillo, después de un partido de estado (muy plural pero al final de estado) y la posterior pluralidad sujeta a las reglas de la democracia liberal que hoy rige nuestras vidas en el México moderno.
El problema es que si bien en estos enormes cambios se alteraron los conductos sobre los cuales el poder público se preserva. Tuvimos una transición en el régimen de partidos antes que en lo respectivo al régimen de medios.
Y es ahí donde viene el problema, el ciclo vicioso del poder de los medios, por un lado denuncian a “las fake news” pero por otro han sido participes de un modelo de élites en donde los medios tradicionales están dispuestos a lanzarse en contra de las falsedades de las redes; con el único matiz de no hacer lo propio con sus contenidos y la presentación de la información.
Y te hago a ti lector otra pregunta… ¿son más falsas las noticias de los medios que las redes sociales? Presentar información parcial es mentir y lo vemos todo el tiempo; desde la existencia misma de una etiqueta de comida a la publicación más facciosa de los grandes conglomerados de TV y los llamados “periódicos nacionales”.
El problema no es “la gradualidad de la verdad” con la que se conduce un medio, porque su existencia no depende más que de su audiencia; el problema es que en una democracia deben coexistir medios tradicionales y medios digitales con independencia de su veracidad. Y esa coexistencia hoy es dispareja.
Los medios y periodistas tradicionales están hoy preocupados en México no por preservar la veracidad de sus notas si no por competir por la proyección de la información a través de su marca comercial. Sin eso, su relación económica con el estado se tambalea, sus relaciones de poder se alienan y su valor financiero disminuye.
Quizá exista un dejo de compromiso con la verdad pero no es menos cierto que los prejuicios que hoy alimentan las llamadas “Fake News” son y fueron forjadas por quien hoy parece angustiado por contenerlas. Los periodistas y columnistas de hoy podrán tener motivaciones legítimas para contener las noticias falsas pero la principal y más esencial es que pretenden contener al monstruo que ellos mismos alimentaron por décadas.
Hoy, no les gusta la cara más fea de este mundo, repleto de prejuicios e ignorancia.
Pero entonces viene la duda también válida de si los medios digitales son preferibles; la realidad es que no, son el aborto más repulsivo de los medios tradicionales y a diferencia de estos no están regulados por el estado si no por los dueños de las redes sociales.
Esos dueños por años forjaron un sistema de colección, perfilado y venta de datos personales para hacer dinero de ellos. Cada red social en cada país es en realidad un aparato de manipulación sin parangón y las redes sociales se fusionan con todos los intereses políticos en esos países. No existe un solo partido político en este planeta que no tenga una profunda y macabra relación con Facebook y otras redes sociales; a este juego incluso entran partidos como Rusia Unida o el Partido Comunista de China. Quizá la única excepción es Corea del Norte o Cuba y sus respectivos partidos de estado y esto más por la pobre disponibilidad del acceso a internet en sus respectivos países.
Las redes sociales y las plataformas digitales son en realidad la cara más horrenda de un mundo más y más conectado. El problema es no ser sinceros al respecto, al “conectar” a todos también conectaste a quienes comparten las ideas más duras, violentas y radicales de nuestra sociedad.
Y lo peor es que esos perfiles se siguen alimentando también en amasiato con los medios tradicionales más entrelazados con el poder político.
¿Entonces cual es la solución? Realmente ninguna, las personas no dejarán de alimentar sus prejuicios porque si; eso es un proceso de inflexión personal muy específico y muy privado. Aprender a descartar la información es en si una tarea muy minuciosa y difícil de aprender y nadie más que los consumidores serán los encargados de hacer esa reflexión personal.
Definir un sistema de censuras y calificación de la calidad de la información pareciera ser útil en principio; pero en realidad no lo es. Y el porque subyace en algo simple, no hay forma de verificar las cosas al mismo ritmo en que las mentiras se producen; es una batalla de desgaste que los medios tradicionales jamás van a ganar.
Incluso suponiendo que pudiera existir un sistema de verificación este depende más de dichos que de hechos e incluso sin eso las personas prefieren la información que alimenta sus propios prejuicios; muy a pesar de saber que son mentiras.
La era de la información trajo como consecuencia la era de la desinformación y comprender eso es comprender que solo es una decisión personal el comenzar a revertir esas tendencias falsas. En cualquier caso Goebbels dijo que una mentira que se repite mil veces se convierte en verdad; bueno, eso es cierto hasta que un ejército invasor está a 600 metros del lugar donde te ocultas y el certero Apocalipsis cae sobre tu existencia; que entonces te das cuenta de que eso es en realidad la mayor de las estupideces.
Solo esperemos que no terminemos en un búnker con la existencia comprometida porque fuimos demasiado idiotas para darnos cuenta de que quizá; sólo quizá; mi visión del mundo necesitaba ser más rica.»