Estados Unidos vive una situación particular, a tan sólo ocho días de la toma de posesión de Donald Trump como presidente de la nación más poderosa del mundo, algunos de los actos de oposición más visibles hacia al magnate han sido liderados por estrellas de Hollywood, una situación que si bien no es nueva ha provocado que algunos revivan fantasmas del pasado.
Hollywood, el guest star que dividió a una industria
El rechazo a Trump desde la meca del cine es muy visible, con gestos que han ido desde una entrega de los Golden Globes en la que destacaron los chistes de Jimmy Fallon sobre el próximo ¿líder del mundo libre?, hasta el discurso de seis minutos de Meryl Streep, el cual provocó que ese tuitero presidencial la llamara «sobrevalorada«, a todo este paripé se le suma la aparición de un cover de I Will Survive interpretado por 21 de las estrellas del cine, entre las que destacan gente como: Andrew Garfield, Emma Stone, Natalie Portman, Amy Adams o Matthew McConaughey.
No todos los famosos son opositores a Donald Trump, recordemos que gente de la talla de Clint Eastwood, Mike Tyson, Caitlyn Jenner o Jon Voight se han declarado a favor del republicano, sin embargo, estos nombres no bastan para contrarrestar la reputación negativa que se ganó Trump entre los sectores artísticos durante la campaña electoral.

Trump ya era una persona conocida en el medio artístico, la cual se asentó en la época en que éste era el empresario líder de The Apprentice, aquel reality show en el que un grupo de personas formadas en ciencias económicas y administrativas se enfrentaban en distintas pruebas para llegar a ser parte de la organización de Trump, un programa que incluso contó con la colaboración de personalidades de la talla de la difunta Joan Rivers. Como apunte, actualmente El Aprendiz se encuentra en su temporada 15 y el empresario líder es nada más y nada menos que Arnold Schwarzenegger (quien ya fue objeto de las burlas de Trump).
Parece ser que lejos quedaron ya las épocas en las que el sucesor de Obama aparecía en algunos de los éxitos audiovisuales de las décadas de 1990 y 2000; Sex and the City; Mi Pobre Angelito 2; El Príncipe del Rap o La NIñera. Pero eso es pasado y algunos ya comenzaron a revivir las oscuras épocas del Macartismo, un fenómeno que veremos a continuación.
Cuéntame cómo pasó la guerra fría…
Corría la década de 1950, la Guerra Fría se encontraba en su máximo esplendor y uno de los frentes de combate entre las dos superpotencias globales se enfocaba al mundo de la cultura, desde Moscú y Washington se financiaban distintos proyectos para promover las ideas del comunismo y del capitalismo en aquellos países proclives a un cambio de modelo (Italia y Francia por destacar algunos).
Como lo cuenta la periodista británica Frances Stonor Saunders en su libro La CIA y la Guerra Fría Cultural, desde Washington se inició toda una campaña para fomentar las ideas capitalistas en los países europeos, una operación de la inteligencia que fue camuflajeada en una organización denominada «Congreso por la Libertad Cultural».
El acto central de esta campaña encubierta fue el Congreso por la Libertad Cultural, organizado por el agente de la CIA, Michael Josselson, entre 1950 y 1967. Sus logros fueron considerables y su propia duración no fue el menor de ellos. En su momento álgido, el Congreso por la Libertad Cultural tuvo oficinas en treinta y cinco países, contó con docenas de personas contratadas, publicó artículos en más de veinte revistas de prestigio, organizó exposiciones de arte, contaba con su propio servicio de noticias y de artículos de opinión, organizó conferencias internacionales del más alto nivel y recompensó a los músicos y a otros artistas con premios y actuaciones públicas. Su misión consistía en apartar sutilmente a la intelectualidad de Europa occidental de su prolongada fascinación por el marxismo y el comunismo, a favor de una forma de ver el mundo más de acuerdo con «el concepto americano». (Stonor, 1999)
Mientras los esfuerzos iban por el triunfo de una cultura capitalista en Europa, en Estados Unidos las industrias creativas reanudaban sus actividades tras cuatro años de parón por la Gran Guerra, las películas volvían a producirse y todo parecía volver a la normalidad.

Sin embargo, la tranquilidad que imperaba en el mundo del cine terminó en 1950, cuando el Senador de Wisconsin, Joseph McCarthy comenzó a denunciar la existencia de una campaña en favor del comunismo creada en el corazón del Departamento de Estado. A partir de ese momento políticos, militares, periodistas, actores y cualquier intelectual era sospechoso de ser comunista, en otras palabras, se había desatado la caza de brujas mediante el funesto Comité de Actividades Antiamericanas.
Desde el principio, el mundo de la cultura se vio perseguido, el primer intelectual en escapar fue el poeta germano-estadounidense Bertolt Brecht quién prefirió exiliarse en una Europa todavía en reconstrucción a quedarse en un América de pie pero cojeando. Después del escritor vinieron muchos más, especialmente en Hollywood.
Si bien, los señalamientos empezaron en 1950, fue desde 1947 cuando iniciaron los interrogatorios a testimonios que acusaban a otros de ser infiltrados de Moscú, entre los colaboracionistas con el gobierno se encontraban algunos nombres tan reconocidos hoy en día como Walt Disney, Ronald Reagan o Gary Cooper. En descargo de los «topos» se debe decir que muchas declaraciones fueron preparadas.
Hubo un grupo de diez personas que se negaron a delatar a otros, esta decena conformada por nueve guionistas y un director pasó a conocerse como «Los 10 de Hollywood», quienes se volvieron enemigos del Estado, por lo cual tuvieron que trabajar desde el anonimato para sobrevivir, uno de ellos era Dalton Trumbo, cuya vida fue llevada al cine en 2015 en la película Trumbo cuyo protagónico fue interpretado por Bryan Cranston.
Como se cuenta en blog de cine, los juicios tenían tres objetivos principales
El primero, probar que el Sindicato de Guionistas era un hervidero comunista. El segundo, evidenciar que estos escritores insertaban propaganda antipatriótica en sus films y, por último, eliminar todas aquellas películas prosoviéticas que habían sido sancionadas por el presidente Franklin D. Roosevelt durante la guerra. (Miriam Figueras, 22 de diciembre de 2012)
Como medida de apoyo a los cineastas, un grupo de 50 artistas creó el Comité de la Primera Enmienda para defender la libertad de expresión y el mundo cultural de la persecusión, entre los integrantes se destacaron: Kirk Douglas, Humphrey Bogart, Groucho Marx o Frank Sinatra. Ellos viajaron a Washington a protestar por la medida, sin embargo la iniciativa fracasó y provocó la creación de una lista de 300 artistas sospechosos de servir a los intereses de Moscú, entre las cuales se encontraban: Charles Chaplin, Bertolt Brecht, Dalton Trumbo o Frank Capra.

Tras esto, llegó el momento de un férreo opositor al Senador McCarthy, se trataba del periodista Edward R. Murrow, quien con una serie de reportajes se enfrentó al político y se convirtió en una de las voces más influyentes en defensa de la libertad de expresión, sus acciones también fueron llevadas al cine en Good Night, and Good Luck (2005) dirigida por George Clooney y con la actuación de David Strathairn en el protagónico.
El fenómeno del macartismo comenzó su declive con la entrada de la década de 1960, gracias en parte al comediante de radio John Henry Faulk quien fue investigado por una de las empresas dedicadas al espionaje de sospechosos de comunismo, fue hallado culpable, el locutor demandó a la compañía y ganó en 1962, dándole el tiro final a la caza de brujas.
Como apunte, hay que destacar que una de las obras que surgió gracias al debilitamiento de las listas negras fue la película Espartaco de 1960, con guión de David Trumbo, actuación estelar de Kirk Douglas y la dirección de Stanley Kubrick fue el epilógo de una época amarga en la historia del cine.
Yo soy Espartaco, ¿Un guiño a los artistas que se unieron para salvar a otros?
¿Macartismo 2.0?
No lo sabemos, aún es muy pronto para saber que clase de políticas tomará Donald Trump hacia Hollywood, puede que pase a ignorarlos olímpicamente o que se comiencen a dificultar las cosas para las producciones, a partir del 20 de enero lo sabremos. Pero desde ahora se ve que no será una relación nada fácil.
Algunos sectores ya han denunciado el inicio de procesos de persecusión hacia intelectuales con ideas izquierdistas, en concreto el sociólogo John Bellamy Foster fue el encargado de difundir la carta en la cual asegura que la clasificación de los intelectuales comenzó días después de la elección de Donald Trump.
No somos adivinos, pero es más que evidente que desde ahora mismo el show mediático estadounidense tendrá uno de sus polos más importantes en el número 1600 de la Avenida Pennsylvania en Washington, D.C.
Muy interesante de verdad
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